Los bautistas y la cooperación voluntaria

“Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.”
2 Corintios 8:3-4

Los bautistas creen que la Biblia enseña que las iglesias deben ser autónomas, es decir, independientes de cualquier control externo ya sea por individuos o grupos. Los bautistas también creen que la Biblia manda que los cristianos participen en las misiones, llevando a cabo el mandato de Cristo de llevar el evangelio a todo el mundo. Una sola congregación, por grande que sea, no tiene la capacidad de cumplir el mandamiento de Cristo de una manera responsable.

Así que los primeros bautistas enfrentaron un gran dilema: ¿Cómo podrían las congregaciones independientes cumplir el mandato de Cristo de llevar el evangelio a todo el mundo sin formar algún tipo de enlace entre iglesias que posiblemente debilitara su autonomía?

Después de décadas de oración deliberada, los bautistas concluyeron que la respuesta a esta pregunta era la “cooperación voluntaria” entre individuos e iglesias bautistas.

El personaje bautista ilustre James L. Sullivan lo describió como un “lazo de arena con fuerza de acero”.

Las bases para la cooperación VOLUNTARIA

La cooperación voluntaria descansa firmemente sobre otras convicciones fundamentales bautistas. El voluntarismo y la libertad forman una melodía que permea la sinfonía de creencias y formas de gobierno bautistas. Por ejemplo, los bautistas creen lo siguiente:

La Biblia enseña que la experiencia de la salvación en Cristo es voluntaria. La fe no puede ser coaccionada. La salvación resulta solo de una respuesta de fe al regalo de gracia de Dios en Jesucristo (Efesios 2:8-10). Nadie puede hacer tal compromiso por otro. Nadie puede exigir tal compromiso de otro.

El bautismo es un símbolo de que una persona ha hecho un compromiso voluntario a Cristo como Señor y Salvador. El Nuevo Testamento revela que el bautismo nunca se debe coaccionar sino debe siempre ser un acto voluntario como símbolo de que una persona libremente ha seguido a Cristo como Señor y Salvador.

La decisión de una persona de formar parte de una iglesia también debe ser voluntaria. De acuerdo al Nuevo Testamento, solo personas que han creído en Jesús por voluntad propia pueden ser miembros de una iglesia. Además, nadie debe ser obligado a ser miembro de una iglesia.

El apoyo económico a una iglesia debe ser voluntario. Los diezmos y las ofrendas voluntarios de los miembros, no dinero de los impuestos, debe sostener las finanzas una iglesia.

La naturaleza voluntaria de las iglesias se aplica también a la relación de las iglesias entre ellas mismas y con otras partes de la denominación bautista. Cada iglesia es autónoma y como tal es libre, bajo el señorío de Cristo, de determinar asuntos como quiénes serán los líderes, qué forma de adoración seguirá y cómo se relacionará con otras entidades bautistas. Ningún individuo, organización religiosa, ni autoridad gubernamental tiene el derecho de infringir esta libertad.

Las bases de la COOPERACIÓN voluntaria

La Biblia establece el concepto de la cooperación voluntaria entre iglesias. El Nuevo Testamento documenta ejemplos de tal cooperación entre los primeros cristianos e iglesias. La cooperación era por el bien de ministerio efectivo para la necesidad humanitaria, para el compañerismo, y para las misiones y el evangelismo efectivos.

Por ejemplo, el Apóstol Pablo le escribió a la iglesia de Corinto acerca de las necesidades de los cristianos en Jerusalén y apeló a los Corintios a unirse a otras iglesias en una cooperación voluntaria para ayudar a satisfacer las necesidades. Él puso en claro de que la ofrenda debía ser puramente voluntaria. No los mandó a hacerlo. No había nada de coerción (2 Corintios 8-9).

El Nuevo Testamento también registra que unos asuntos que amenazaban con dividir el movimiento cristiano primitivo se trataban por medio de la cooperación voluntaria a fin de discutir los asuntos. Ninguna iglesia sola ni tampoco un grupo de cristianos tenía autoridad para determinar lo que otros debían creer, pero sí podían desarrollar recomendaciones como resultado de conversaciones bañadas de oración. Estas no eran demandas impuestas sino sugerencias llenas de gracia (Hechos 15). Otro ejemplo de la cooperación voluntaria en el Nuevo Testamento es el acuerdo de que ciertos evangelistas y misioneros se dedicaran a diferentes grupos de personas. Algunos concentraban sus esfuerzos en la población Judía y otros en los Gentiles (Gálatas 2:1-10).

El Nuevo Testamento también indica que las primeras iglesias en las mismas regiones geográficas sostenían alguna clase de relación la una con la otra. El Apóstol Pablo escribió, “A las iglesias de Galacia” (Gálatas 1:2). La revelación dada a Juan fue dirigida a las siete iglesias en Asia Menor, cada una de las cuales fue claramente autónoma pero también relacionada con las otras (Apocalipsis 1-3).

La naturaleza de la cooperación voluntaria

La naturaleza voluntaria de la vida bautista, arraigada en la enseñanza de la Biblia, cuenta con fortalezas claras. Sin embargo, la independencia absoluta de la iglesia significa que carece del impacto fuerte que podría tener un grupo de iglesias para la causa de Cristo. ¿Pero cómo se puede lograr la solidaridad sin sacrificar el voluntarismo y la libertad?

Los bautistas han respondido a esa disyuntiva a través de la cooperación voluntaria de iglesias por medio de redes informales de iglesias y de organizaciones como asociaciones, sociedades, y convenciones. Sin embargo esta respuesta se desarrolló lentamente, en gran medida debido a los recelos que guardaban los bautistas hacia organizaciones religiosas fuera de las congregaciones locales de creyentes.

El primer paso que dieron los bautistas hacia la cooperación voluntaria fue la formación de las asociaciones de iglesias. La Asociación de Filadelfia se formó en los Estados Unidos en 1707. Unas cuantas personas de iglesias bautistas se juntaron y organizaron una comunidad informal siguiendo el ejemplo de organizaciones parecidas que se habían formado antes en Inglaterra. Las personas que organizaron la asociación pusieron en claro que no tenía absolutamente ninguna autoridad sobre las iglesias. La asociación existía primordialmente para el compañerismo y el diálogo sobre asuntos que enfrentaban las iglesias. Hoy, cientos de tales asociaciones existen, y aunque varían en su función, cada una sigue el modelo de la cooperación voluntaria sin autoridad sobre ninguna iglesia.

Un segundo paso de la cooperación voluntaria tenía que ver con la organización de sociedades. Estas sociedades tenían un solo enfoque, como por ejemplo las misiones mundiales, las misiones locales o las publicaciones. Los individuos o grupos se hacían miembros al contribuir económicamente a la sociedad. La membresía era estrictamente voluntaria. Los bautistas podían elegir apoyar o no una sociedad en particular. Las sociedades todavía existen en la vida bautista pero surgió otra forma de cooperación: la convención.

La forma organizacional que se llama la convención se desarrolló entre los bautistas en los Estados Unidos a mediados de los 1800’s. A diferencia de una sociedad la convención solicita y coordina apoyo en pro de varios esfuerzos de la denominación, tales como las misiones, la edu-cación, la benevolencia y las publicaciones. Se ha formado un buen número de convenciones estatales y nacionales. El Programa Cooperativo fue desarrollado al estilo de la convención para ayudar a financiar ministerios bautistas como los colegios, las instituciones para el cuidado de niños y ancianos, los hospitales, y organizaciones para las misiones locales, nacionales, y mundiales.

Las convenciones no tienen ninguna autoridad sobre las iglesias. Los bautistas están en libertad para relacionarse o no con una convención. Algunas organizaciones similares a las convenciones llevan nombres como “confraternidad” o “unión”.

Conclusión

Entre varias partes de la denominación bautista la cooperación voluntaria proporciona un medio para el servicio efectivo para la causa de Cristo. Las iglesias se asocian de manera voluntaria las unas con las otras a través de organizaciones como las asociaciones o convenciones, con el fin de llevar a cabo varios ministerios a un nivel de alcance más amplio de lo que cada iglesia podría lograr por sí sola. Esta relación está de acuerdo con las creencias bautistas fundamentales. El próximo artículo de esta serie analizará la efectividad de la cooperación voluntaria y los desafíos para mantenerla.

“Un principio operativo básico es el voluntarismo…
La denominación se mantiene unida por vínculos organizacionales frágiles, sin embargo las experiencias, las creencias, y los propósitos comunes que los unen son más fuertes que el acero.”
James L. Sullivan
Lazo de arena con fuerza de acero