Jesús es Señor

“…y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.”
Filipenses 2:11

La palabra “señor” tiene varios significados y definiciones. Sin embargo, como cristianos, confesamos que Jesucristo es el Señor porque le debemos toda nuestra lealtad, servicio de amor y obediencia fiel por quién es Él y por lo que ha hecho.

Todo grupo cristiano afirma la verdad de que Jesús es Señor, pero los bautistas le ponen un énfasis especial a esta verdad. Los bautistas creen que Jesús es el único Señor de la vida. No aceptan a ninguna persona ni institución como señor de cristianos individuales ni de iglesias. A causa de esta creencia, los bautistas, igual que los primeros cristianos, han sufrido persecución en manos tanto de gobiernos como de autoridades religiosas.

La importancia del compromiso bautista al señorío de Cristo

¿Por qué es que los bautistas se han aferrado al señorío único de Cristo? Hemos tomado esta postura a raíz de varias convicciones básicas, que incluyen las siguientes:

  1. La Biblia enseña el señorío de Cristo, y los bautistas recurren a la Biblia como la única autoridad escrita para la fe y la práctica.
  2. La enseñanza bíblica acerca de la suficiencia del alma exige que ningún individuo cristiano se doblegue ante ninguna autoridad excepto Dios—Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  3. El énfasis bíblico en la suficiencia del alma fluye del señorío de Cristo.
  4. El modelo del Nuevo Testamento para una iglesia es fundamentado sobre el señorío de Cristo; Él es la única cabeza de la iglesia.

La Biblia enseña el señorío de Cristo

La Biblia da varias razones por las cuales Jesús es Señor de todo. Él es divino, una de las tres personas de la Trinidad. Jesús declaró, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Con respecto a Jesús, la Biblia dice que en Él “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

Jesús murió en la cruz por los pecados del mundo y por lo tanto es digno de toda alabanza y todo honor como Señor: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:12).

Jesús resucitó de entre los muertos, demostrando su poder sobre la muerte misma. Cuando conocemos al Cristo resucitado, exclamamos igual al discípulo Tomás, “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).

Jesús ascendió al cielo, está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros, y vendrá otra vez para establecer un nuevo cielo y una nueva tierra. Ante tal como Él nos quedamos maravillados declarando, “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).

El alcance del señorío de Cristo

La Biblia describe de varias formas el alcance del señorío de Cristo. La Biblia dice que Jesús es el Señor de toda creación: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11).

La Biblia enseña que Jesús es Señor de toda persona. Muchos se niegan a aceptar o a reconocer ese señorío, pero para los cristianos el señorío de Cristo es fundamental. De hecho, la vida cristiana empieza con la confesión de que Jesús es Señor: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

La Biblia enfatiza que Jesús es Señor de las iglesias. Jesús declaró, “…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Y Pablo escribió refiriéndose a Jesús, “Y Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23).

El señorío de Cristo y la suficiencia del alma

La Biblia enseña que el señorío de Cristo es directo. Ninguna persona ni institución debe procurar usurpar la autoridad de Jesús sobre un cristiano. Por supuesto, las personas pueden recibir entendimiento y sabiduría de otros, pero solo Jesús tiene autoridad máxima sobre un cristiano.

El llamado a ser un discípulo de Jesús supone la habilidad de conocer y seguir la voluntad de Jesucristo como Señor. La enseñanza bíblica sobre la suficiencia del alma indica que las personas son dotadas por Dios con la habilidad de saber y hacer Su voluntad. Las personas no son títeres. Su Creador les ha dado la libertad y la responsabilidad de elección.

Los bautistas han resistido los esfuerzos de individuos, oficiales gubernamentales y organizaciones religiosas de dictar lo que es la voluntad de Jesús para sus seguidores. Los bautistas insisten que cada persona tiene la capacidad y la responsabilidad de buscar y seguir la voluntad de Jesús como Señor. Como declararon los primeros apóstoles, “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

“Cristo es el único rey, y el legislador de la iglesia y de la conciencia.”
John Smyth (b. 1570? – d. 1612)
Fue inglés y el pastor fundador de la primera iglesia bautista en Ámsterdam en 1609. La cita anterior es de una declaración confesional en la preparación de la cual hizo un papel importante.

El señorío de Cristo exige la libertad de religión

El señorío de Cristo significa que las personas y las iglesias han de estar libres de coacción de parte del gobierno u organizaciones religiosas en asuntos espirituales y religiosos. Los bautistas siempre han denunciado esta clase de coacción, declarando que solo Jesús es Señor. Por tal resistencia, los bautistas han pagado un precio muy alto.

Por ejemplo, al principio del siglo diecisiete el rey Jacobo I de Inglaterra se declaró cabeza de la Iglesia de Inglaterra, además de ser cabeza del gobierno de Inglaterra. Demandó que todas las iglesias se conformaran a su voluntad. Thomas Helwys, un pastor bautista, escribió un libro titulado A Short Declaration of the Mystery of Iniquity (Una declaración corta del misterio de la iniquidad) en el cual insistió que el rey no tenía derecho de determinar las creencias de las personas e iglesias.

Helwys le mandó una copia del libro al rey Jacobo I con una dedicatoria en que declaró, “El rey es un hombre mortal y no Dios, y por lo tanto no tiene poder sobre las almas inmortales de sus sujetos, como para hacer leyes y ordenanzas para ellos y poner señores espirituales sobre ellos.” Por esta afirmación de la verdad de la Biblia, el rey encarceló al pastor, quien falleció en prisión porque se negaba a reconocer a ninguna otra persona como el Señor de las iglesias que no fuera Jesús.

El señorío de Cristo y la iglesia del Nuevo Testamento son inseparables

¿Qué significa para el cristiano y para las iglesias a las cuales perte-necen el estar bajo el Señorío de Cristo? En primer lugar, significa que deben confesar a Cristo como Señor. La iglesia le pertenece a Cristo, no a ellos. Él es la cabeza de la iglesia; ellos no lo son. Ellos no gobiernan la iglesia; Cristo la gobierna.

Además, cada miembro de la iglesia debe reconocer que él o ella tiene la oportunidad y la responsabilidad bajo el Señorío de Cristo de participar en decisiones que influyen en la iglesia local. Esto es el modelo neo testamentario de una iglesia. Las personas toman decisiones correspondientes a la iglesia a la cual pertenecen, tales como quiénes serán los diáconos y él pastor, cómo se gastarán los diezmos y las ofrendas, y qué tipo de edificio ocuparán. Cada decisión debe ser tomada a la luz de que Jesús es Señor de la iglesia.

También, todos los miembros del cuerpo de Cristo son responsables por las decisiones de la iglesia. No hay una jerarquía en la iglesia del Nuevo Testamento. Ningún pastor, cuerpo de diáconos, ni ningún otro individuo o grupo debe enseñorearse de la iglesia (1 Pedro 5:3). Solo Jesús es Señor de cada persona y de la iglesia entera. A través de la oración y del diálogo respetuoso, como parte de un compañerismo de amor, los miembros de la iglesia deben buscar conocer la mente de Cristo.

En resumen

El Señorío de Cristo es una doctrina cristiana básica. Para los bautistas, tiene un significado especial y guarda relación con otras creencias bautistas clave, como la autoridad de la Biblia, la suficiencia del alma, la libertad de religión y la naturaleza de lo que debe ser una iglesia que corresponde al modelo de las iglesias neo testamentarias.