Gobierno congregacional de la iglesia
Romanos 12:5
¿Quién gobierna su iglesia? ¿Quién selecciona su liderazgo pastoral? ¿Quién decide cómo se gastarán los diezmos y las ofrendas? ¿Quién determina qué creencias y prácticas guiarán a su iglesia? ¿Quién es dueño de la propiedad de la iglesia? La forma de gobierno de su iglesia determina las respuestas a tales preguntas.
¿Qué es el gobierno congregacional de la iglesia?
El gobierno es cómo funciona una organización, como una iglesia—las normas que guían asuntos como el gobierno, la toma de decisiones, la estructura y el liderazgo. Los bautistas difieren con la mayoría de denominaciones cristianas en asuntos de gobierno. La diferencia es particularmente notable en cómo se gobiernan congregaciones de cristianos.
Una diferencia principal entre los bautistas y muchas otras denominaciones es que ninguna persona ni grupo fuera de la congregación bautista debe tener autoridad alguna sobre la iglesia en cuanto a creencias y prácticas religiosas. Además, todos los miembros dentro de la congregación han de tener una misma voz en el gobierno de la iglesia.
Con frecuencia al gobierno en la iglesia bautista se le califica de “democrático”. En un sentido lo es. En una democracia todas las personas tienen la misma voz en la toma de decisiones. Ningún individuo ni grupo de personas ejerce control. Tal debe ser el caso en la iglesia bautista. Una forma en que la gobernación democrática se practica es que cada miembro de la iglesia tiene el derecho de votar en las reuniones congregacionales.
Para muchos no bautistas, y aún para algunos bautistas, puede parecer extraño que una iglesia funcione de esta manera. Poner la gobernación de una iglesia en manos de personas que no tienen capacitación especial, educación, ni llamado parece ser insensato. ¿Por qué se atreven a funcionar de este modo los bautistas?
¿Cuáles son las bases para el gobierno eclesial congregacional?
Para los bautistas, las creencias no son solo compatibles con la forma de gobierno sino también fundamentales para la forma de gobierno. Por eso, las creencias bautistas básicas se ven reflejadas en el gobierno congregacional.
El señorío de Cristo. Propiamente dicho, los bautistas no creen en un gobierno eclesial democrático. “Democrático” es un término político que significa que “la gente gobierna”. Para los bautistas, la máxima autoridad para la iglesia descansa no en las personas sino en Jesucristo. Jesús es la cabeza o Señor de la iglesia (Efesios 4:15; Filipenses 2:11). Quizás un término apropiado para describir el gobierno eclesial bautista sería “teo-democrático” que significa que Dios gobierna a través de todas las personas.
La autoridad de la Biblia. Los bautistas creen que el gobierno eclesial congregacional refleja mejor las prácticas de las iglesias descritas en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, los miembros de una iglesia actuando de manera concertada, no solo una persona o grupo, tomaban decisiones importantes (Hechos 6:1-6; 13:1-3; 15:22; 2 Corintios 8:1-13).
La salvación solo por gracia por medio de la fe. Los bautistas creen que todos los redimidos han llegado por gracia a una fe salvífica en Cristo, no por obras, estatus social, ni ninguna otra cosa (Efesios 2:8-10). Hay igualdad de personas al pie de la cruz. Por lo tanto, ningún bautista debe enseñorearse sobre otro. Así la iglesia debe ser gobernada por todas las personas unidas bajo el señorío de Cristo.
La competencia del alma y el sacerdocio de los creyentes. Las personas tienen una suficiencia dada por Dios para conocer y seguir la voluntad de Dios. Aquellos que responden por fe al don de la salvación por gracia llegan a ser “sacerdotes creyentes” (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 5:1-10). Cada sacerdote creyente tiene acceso directo a Dios por medio de las Escrituras y la oración y es libre para determinar la voluntad de Dios bajo la guía del Espíritu Santo. Además, cada creyente también es parte del “sacerdocio real” en que Jesucristo es el Sumo Sacerdote (Hebreos 7-10). Este sacerdocio es un compañerismo en que cada sacerdote creyente debe buscar la dirección de Dios como una parte cooperativa de ese compañerismo.
La membresía eclesial regenerada de creyentes bautizados. Los bautistas se aferran de manera tenaz a la enseñanza bíblica de que la iglesia debe ser integrada solamente de aquellos que son salvos por fe en Cristo y quiénes han experimentado el bautismo por inmersión. Por lo tanto, una iglesia es un compañerismo de creyentes bautizados o, dicho de otra forma, una comunidad de sacerdotes creyentes. El gobierno de la iglesia no está en manos de uno, ni tampoco de pocos, sino de todos los miembros.
Preguntas y cuestiones
Las bases para el gobierno congregacional eclesiástica son bíblicas y están claramente ligadas a las convicciones bautistas fundamentales.
¿Quién manda? En el mundo de negocios, el presidente o el CEO de la organización generalmente se considera como el que manda. Así es entendible que muchas personas piensen de la misma manera cuando se trata de la organización de la iglesia. Sin embargo, en base a la Biblia y las doctrinas bautistas principales, los bautistas insisten en que solo Cristo “manda” en su iglesia y que los miembros deben buscar y seguir la voluntad de Cristo para la iglesia.
¿No tiene el pastor autoridad sobre la iglesia? ¿Los diáconos? La Biblia indica que los pastores cumplen papeles muy importantes en la iglesia (1 Timoteo 3:1-7). Sin embargo, los roles no son de autoridad impositiva sino de liderazgo servicial y espiritual, “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado” (1 Pedro 5:2-3). La Biblia indica que los pastores tienen responsabilidades que pesan, y los miembros de la iglesia deben respetar el papel de ellos como líder-siervo y así relacionarse con ellos de tal manera “que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” (Hebreos 13:17). La Biblia también establece pautas exigentes para los diáconos (1 Timoteo 3:8-13), más sin embargo los diáconos deben ser siervos de la iglesia y no gobernadores de la iglesia.
¿Cómo se deben tomar las decisiones? Siendo autónomas, las iglesias bautistas varían en cuanto a la manera particular en que toman decisiones. La política bautista requiere que la membresía completa sea la responsable por las decisiones tomadas en base a la voluntad de Cristo para la iglesia. Sin embargo, a menudo no es práctico que toda la membresía participe en toda decisión. Por eso, las iglesias siguen varios procedimientos para llevar a cabo los negocios de la iglesia. Muchas iglesias formalizan los procedimientos en una constitución y estatutos.
En varias iglesias, la congregación les delega a comités, al pastor y/o al “staff” la responsabilidad de ciertas decisiones. Éstos traen recomendaciones sobre asuntos mayores a la congregación para su aprobación. Muchas veces las recomendaciones de los comités, del pastor, y/o del staff son evaluadas por los diáconos antes de ser consideradas por los miembros en una reunión congregacional.
Idealmente, se les anima a todos los miembros a participar en las reuniones congregacionales. En muchas iglesias, las reuniones se realizan enseguida después del culto dominical y se celebran regularmente, tal como trimestralmente. Las reuniones congregacionales especiales se convocan para asuntos importantes como votar por la recomendación del comité de llamar un pastor nuevo.
¿No es ineficiente este patrón de gobierno? Quizás sea ineficiente en algunos aspectos, pero es efectivo porque incluye a todos los miembros en las decisiones tomadas sobre la vida y ministerio de la iglesia. Debido a tal representación, la iglesia es fortalecida, y la gente se siente más como parte de la iglesia de lo que sería el caso contrario. Una iglesia en manos de la congregación ha demostrado ser una forma efectiva de llevar a cabo los propósitos de la iglesia, como el evangelismo, el discipulado, y el ministerio.
Conclusión
Este enfoque en el gobierno eclesial congregacional es claramente idealista y difícil de poner en marcha. El próximo artículo de esta serie explorará algunas de estas dificultades. Los bautistas creen que a pesar de las dificultades, deben esforzarse hacia la meta del gobierno eclesial congregacional porque sigue el ejemplo del gobierno congregacional del Nuevo Testamento y está más acorde a las doctrinas bíblicas básicas que los bautistas mantienen en alta estima.